CRIS:
Me despierto mareada con en abrigo
de Sandra por encima. Carlos y Álvaro están a mi lado sentados alrededor del
fuego calentándose las manos.
-¿Y Oscar? –pregunto.
-Con Sandra y Paula. –contesta
Álvaro.
-Se han ido a por agua. –acaba de
decir Carlos. –por el camino de tierra.
-¿Donde estamos? –vuelvo a
preguntas.
-Oscar lo ha llamado árbol de la
horca. –dice Carlos.
Sonrío y después salgo de debajo
del abrigo y cojo mi cinturón para salir en busca de ellos.
-Voy a buscarles.
-Vale. –dicen a la vez.
Bajo la cuesta a paso ligero y voy
callejeando por el pueblo, pero escucho unas voces que me detienen. Me pego a
la pared. Marquitos, Laura y Fénix andan hacia mi calle.
OSCAR:
Llegamos a la fuente sacamos las
cantimploras. El cielo está nublado, tiene pinta de que va a nevar.
-Oscar, ¿En que piensas? –pregunta
Sandra.
-En el tiempo. –contesto.
Ella se agacha y pone su
cantimplora en el chorro para que se llene.
-Va ha nevar. –dice Paula.
-¿Cómo lo sabes? –pregunto.
-Mi ocendistric se encarga del
transporte, de los trenes, coches… -dice Paula.
-¿Y que? –preguntamos Sandra y yo
a la vez.
-si no tenemos en cuenta la
temperatura no sabríamos cuando los motores podrían congelarse, podrían
explotar, achicharrarse... –se queja Paula.
Sandra y yo asentimos con la
cabeza y después yo me agacho a llenar mi cantimplora y la de Cristina.
CRIS:
Se acercan a mi calle y no tengo
escapatoria. No se si correr, quedarme quieta, esconderme hasta que recordé lo
de Oscar. Los escondites más inútiles es
donde nadie mira. Así que me puse de cuclillas entre unas pequeñas macetas,
me tape las piernas con la chaqueta y bajé la cabeza escondiéndola entre mis
rodillas. Ellos pasan andando a mi lado y hay está la prueba, el sitio es tan
fácil de ver que la gente no se fija en el.
Una vez que se han alejado y ya no
pueden verme, saco la cabeza las piernas y me pongo a andar hacia el camino de
tierra.
-¡Cristina! –escucho.
Miro hacia delante y veo a Oscar
acompañado de Sandra y Paula. Corro hacia a ellos y ellos corren hacia mi.
-¿Cuándo te has despertad? –me
pregunta Oscar con una sonrisa.
-Antes de salir, hará una media
hora o algo así. –contesto.
Sigo andando con ellos de camino a
casa cuando dice Paula.
-Alguien nos sigue.
Todos vamos a darnos la vuelta pero
ella nos lo impide cuando termina de hablar.
-No os deis la vuelta. Seguir como
antes, así no sospecharán de nosotros.
Todos la hacemos caso y seguimos
diciendo cosas mientras otros se ríen.
OSCAR:
Paula y Cristina se ponen ha
hablar. Sandra me mira nerviosa y me dice a regañadientes:
-Saca tema…
Cuando no se que decir me viene
una cosa a la cabeza.
-Hoy va a nevar. –digo alargando
la a de nevar.
Sandra se ríe un poco cuando sigue
hablando del tema.
Los pasos son flojos y casi
inaudibles, son como si nos siguieran tres o cuatro personas delgaduchas. Ocho
pies, pasos flojos y débiles… me suenan. Me paro en seco y me doy la vuelta.
-Oscar que haces. –murmura
Cristina.
Al no darme la vuelta ella se
piensa que no la he escuchado.
-¡¡Oscar vámonos!! –vuelve a
gritar.
Me giro y le digo a Cristina:
-¿De verdad no conoces los pasitos
débiles?
-No. –contesta.
De entre los árboles se asoman
unas colas de colores, una negra y una rojiza.
-¡Sombra! –grita Cristina
totalmente feliz de volver a verla.
Me acerco a Jackie y le acaricio
la cabeza suavemente. Cristina me mira y dice:
-¿Volvemos?
Todos asentimos con la cabeza y
seguimos andando, callejeamos por las diminutas y estrechas calles hasta que
llegamos al pie de la montaña. Cuando empezamos a subir un cuchillo se clava en
la pierna de Cristina.
CRIS:
Un dolo se apodera de mi pierna.
Unos brazos me agarran y me arrastran hacia arriba. No puedo hacer nada más que
gritar y apretarme la herida. Oscar se pone delante de mi.
-Cristina… respira hondo no va a
pasar nada.
En su rostro se refleja la
angustia y el nerviosismo.
-Voy a curarte, no te muevas.
Miro montaña abajo y veo a Marco y
Laura peleando contra Sandra y Paula.
-Ayuda, ayuda… -digo mientras
oscar me tumba en el suelo.
-Cristina no va a pasar nada. –me
dice asustado.
Saca las vendas usadas y me lata
con fuerza la herida. La presión me calma pero a la vez me duele.
Oscar desaparece cuesta abajo
después de dejarme apoyada en una piedra con Sombra y Jackie. Sombra Se reboza
en mi pierna sana haciéndome señal de que la acaricie mientras que Jackie está
atenta a todos los movimientos de Oscar.
-¡Socorro! –grito.
Oscar me mira pero vuelve a
girarse. Álvaro salta desde la roca y me coge. Me sube montaña arriba
acompañado de Carlos.
No diferencio el entorno, todo lo
veo borroso y mis parpados empiezan a cerrarse.
-No puedo dejar que Oscar luche
solo. –intento decir.
-¿Qué? –dice la voz de Álvaro.
Empiezo a moverme de un lado para
otro hasta que caigo al suelo. Me levanto y vuelvo corriendo cuesta abajo para
ayudar a Oscar.
OSCAR:
Paula y Sandra tienen rodeado a Marco. Pero yo
tengo los chillidos ahogadores de Laura en mi oreja.
-¡Deja de gritar! –digo clavándole
un cuchillo a laura en el mismo sitio dende se lo clavó a Cristina.
Ella se abalanza sobre mí. Esta
encima de mi y tiene una postura que me deja inmóvil. Por más que me mueva no
consigo quitármela de encima. Saca sus cuchillos y dice:
-¿Por donde empezamos?
La miro con cara de odio cuando
vuelve a decir.
-No solo vas a morir tú, también
tu amiguita, ¿como se llama? Ohh si Cristina.
-¡Tu no acabaras conmigo pedazo de
inutil! –dice una voz de fondo.
Laura y yo giramos la cabeza.
Cristina está en el aire y se abalanza contra Laura quitándomela de encima y
airándola cuesta abajo. Me levanto y digo:
-Gracias, pero… ¡deberías estar en
el árbol!
-¿Te pensabas que iba a dejarte
luchar solo? –dice sonriendo.
Un grito masculino se escucha de
fondo. Laura, Cristina, Carlos, Álvaro y yo nos giramos para ver lo sucedido.
Paula tiene el cuchillo clavado en
la boca de Marco.
-Esto por Lorena. –dice enfadada y
extrayéndole el cuchillo de la boca.
Laura chilla y sale corriendo
perdiéndose entre las casas.
CRIS:
Escucho la voz de Oscar regañarme
por haber salido en busca suya.
-¿Cristina estas loca? ¡Podían haberte
matado! ¿No lo entiendes?
Esbozo una sonrisa y después me
dirijo hacia el.
-Pero no lo han hecho. –digo.
Nos alejamos del cuerpo de Marco y
desaparecemos por detrás de la montaña. Llegamos al árbol de la horca donde el
fuego está casi apagado y nuestras mochilas están apoyadas en el tronco. Jackie
y Sombra están tumbadas sobre las mochilas, nos miran interrogantes.
-No me encuentro bien. –dice
Paula.
Todos la miramos y le decimos:
-¿Que te pasa?
Ella cierra los ojos y se cae al
suelo. La cogemos y la tumbamos junto al fuego.
-Estoy mareada. –dice. –tengo
calor y veo borroso.
La alejamos del fuego y la
volvemos a preguntar:
-¿Que has comido?
-Nada. –responde.
-¿Te llevaste las manos ala boca
después de tocar las Craterellus
Cornucopioides? –pregunto.
-Creo… creo que
si. –responde.
OSCAR:
Cojo a Carlos y
lo alejo de ellos.
-Se que va a
dolerte. Pero no hay manera de sacar el veneno de su cuerpo. –digo.
-¡Que no hay
manera! –grita.
-Carlos, es una
de las setas mas venenosas del mundo la mayoría de la seta es venenos.
-Ella no se la
ha comido.
-Pero ha tocado
la parte exterior y… tiene una capa toxica.
Unas lágrimas
salen de sus ojos. Nos volvemos ha acercar al fuego.
-¿Hay mas
síntomas? –pregunta Álvaro.
-No. –respondo.
Paula intenta
hablar pero no lo consigue. La lengua ha empezado a hincharse.
Está
oscureciendo y las nueves parecen esponjosas. ¡Va ha empezar a nevar! Paula
mira al fuego y Carlos habla con ella mientras Álvaro y Sandra los miran con
pena, y Cristina y yo acariciamos a Sombra y a Jackie. Nos acercamos ha ellos y
nos sentamos junto al fuego.
Le acariciamos
el cabello a Paula. Esta vez Paula no deja de mirar al cielo donde se ven unas
bonitas estrellas.
-Te pondrás
bien. –susurra Carlos.
-Mientes.
–consigue decir Paula tosiendo al final.
Ella cierra los
ojos y su pecho poco a poco deja de moverse.
-Me ha
encantado haberos conocido. –vuelve a decir Paula. –Pero ojala no hubiese sido
aquí.
Todos sonreímos
un poco. Sus ojos se pierden y su pecho se para en seco.
-Ha dejado de
moverse. –grita Carlos.
Mis ojos se
llenan de lágrimas y alguna resbala por mis mejillas.
Dejamos a Paula
a quinientos metros del árbol. Cuando volvemos Jackie y Sombra están tumbados
en los abrigos.
CRIS:
-Atención
tributos, atención; dentro de unos minutos habrá un banquete en la cornucopia,
quien no asista tendrá una muerte inminente. –dice la voz de Claudius
Templesmith.
Nos miramos
interrogantes y después salimos disparados hacia la plaza. Bajamos la montaña a
toda prisa sin pensar en que nos vean. Yo creo que ninguno quiere una muerte
inminente.
Callejeamos
hasta que llegamos a la iglesia. La mancha de sangre del cuerpo de Ángela sigue
en el suelo. Álvaro la mira y retira rápidamente la vista.
El roble sigue
en el suelo y los cachos del frontón siguen desperdigados.
Nos miramos
entre nosotros y Oscar dice:
-¿Corremos?
De repente nos
veo corriendo a los cinco hacia la cornucopia. Nos metemos dentro y nos
apoyamos contra la pared para que nadie nos vea si se asoma.
La mesa sale
con gran rapidez.
-¿Pero que es
eso? –pregunta Sandra.
-Es… ¡Enorme!
-Vamos deprisa.
–dice Carlos sigiloso.
Nos movemos
sigilosamente hacia la mesa. Oscar sale disparado cogiendo lo suyo. Todos le
seguimos cogiendo lo nuestro. Cuando nos alejamos y nos perdemos entre los
árboles nos sentamos bajo el nuestro y lo abrimos.
-¿Porque nos
mandan batas? –pregunto confusa.
-Por eso.
–responde Carlos señalando al cielo.
Copos del
tamaño de una del dedo gordo caen con suavidad.
-son térmicas.
–dice Sandra. –lo pone en la etiqueta.
Nos tumbamos
usando las mochilas como almohadas y caemos en un profundo sueño.
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