CAPÍTULO 11 –LA REHÉN-
CRIS:
Lorena cayó al suelo sin poder decir ni una palabra más. Se
la veía completamente agotada y debía de haber sufrido fuertemente el temporal.
-¿Cómo nos habrá encontrado? –Sandra empezaba a buscar
respuestas.
-Porque este sitio lo descubrieron ellas…
Susurré por lo bajo, pero todos me escucharon. Les conté
como vi a Paula y a Lorena corriendo mientras Néstor las perseguía, y también
les dije que fui yo quien me apropié de este lugar.
-No pasa nada, gracias a ti pudimos sobrevivir.
Le dediqué una sonrisa a Óscar y pareció que Sandra se
relajo. Pasaron los minutos, seguidos del tiempo que tardamos en reconstruir la
hoguera. Por suerte todavía quedaban un par de troncos y pudimos ponerlo en
marcha.
Necesitaba despejarme
así que salí fuera de la cueva y perseguí un par de conejos. Sentí que unas
hojas crujían pero no le di importancia, necesitaba esos conejos. Ellos me
llevaron a una madriguera y justo cuando se disponían a entrar, les tiré dos
cuchillos. Se movían rápidamente mientras emitían pequeños lloros, pero ya era
tarde.
-Tranquilos… Viviréis mejor en otro sitio que aquí.
Cuando ya estaban muertos me los colgué del cinturón y me
levanté de vuelta a la cueva. Pero unos pequeños ruidos me detuvieron e
hicieron que retrocediera.
-Pero…
No pude contener las lágrimas al meter la mano en la
madriguera y encontrarme a un pequeño conejo de color gris. Era precioso y sus
ojos me examinaban con las largas orejas alerta.
-¿No pensarás matarlo no?
Sabía que había oído algo mientras perseguía a los conejos,
pero no sabía si mis oídos me habían fallado.
-¿No deberías estar con Aitana?
-Si… Pero preferí acercarme a saludar a mi Salvadora.
Me levanté con cuidado, sacando mi cuchillo con una mano y
sujetando con la otra al pequeño conejo.
-Muy… considerado, por tú parte.
No le vi moverse, solo conseguí distinguir como Álvaro se
acercaba a mí rápidamente y ponía su cuchillo en mi cuello. Sentí como la
sangre latía rápidamente por una de las arterias de mi cuello. Un solo corte,
un solo roce y tardaría menos de los minutos en morir desangrada.
-Ahora en serio, ¿dónde está Aitana?
-Buscando a tus amigos.
Sentí un escalofrío y una idea se me cruzó por la cabeza,
acabaría muerta pero por salvarlos a ellos valía la pena.
-¡Osc...! –Me tapó la boca y no me dejó terminar de
avisarles.
-¿Darías tu vida por ellos?
Su voz era de completa incredulidad y veía sus ojos marrones
oscuros mirándome fijamente. Yo solo pude asentir y mostrarme lo más segura
posible. Él alejó su mano de mi boca, pero seguía con el cuchillo en mi cuello.
-Estoy seguro de que Aitana me dejaría morir con tal de
salvar su vida.
Parecía descontento, pero tanto él como yo sabíamos que era
cierto.
-¿Por qué no rompes tú alianza? Vente con nosotros.
-No puedo. –Su respuesta fue inmediata. –Debo encontrar a
alguien.
Él se alejó de mí, y yo sentí como me había hecho un pequeño
rasguño, pero no me importaba. Le cogí la mano mientras se alejaba.
-Pues encuéntrala… Y búscame. -Álvaro sonrió.
-Hasta la próxima mi
Salvadora.
Y… de nuevo al chico de antes.
-Adiós Álvaro.
Salí corriendo y vi como él también se alejaba. Los conejos
muertos seguían chorreando de sangre, pero conseguí llegar a la cueva con
solamente unas pocas manchas.
ÓSCAR:
Cuando vimos aparecer a Cristina con los conejos la boca se
nos hizo agua, pero le dimos uno entero a Lorena.
-¿Qué es lo que ha pasado?
-Huíamos de Néstor y llegamos al pueblo, entramos en la
calle en la que hay tantos gatos. –Tragó saliva ruidosamente mientras lo
recordaba. –De repente un enorme gato naranja nos saltó encima y Paula se echó
para atrás.
Yo ya me imaginaba todo lo demás, Néstor la habría matado.
Pero entonces… ¿por qué venía a pedirnos ayuda?
-Él la atrapó y… justo cuando su arma se iba a clavar en su
estómago… Me empujó y salió corriendo con ella en la espalda.
La noche empezaba a caer y nosotros teníamos un plan.
Cristina se sentía culpable por lo que las había pasado y se ofreció para hacer
de cebo. Pero yo no podía dejarla ir, y en un intento desesperado de cambiar el
plan, se me ocurrió la mejor idea de la historia. Y todo ese plan… sería hecho
esta misma noche.
La oscuridad de la noche trajo consigo graves
complicaciones, los murciélagos revoloteaban por todos lados. Pero lo peor de
todo, eran los mutos del cementerio. Teníamos miedo de que aparecieran en el
peor momento, porque mi plan tenía un punto débil y si de repente aparecen los
mutos… todos moriríamos.
-Venga, esto tiene que salir bien ¿vale? –Yo intentaba dar
ánimos, pero nadie parecía inmutarse.
-Va a salir bien Óscar. –De nuevo las palabras de Cristina
me tranquilizaron.
Cuando llegamos a la entrada del pueblo Cristina y yo nos
dimos un abrazo de despedida, creo que ella piensa que será el último.
-¡Luego nos vemos eh!
Ella solo asintió y salió corriendo junto a Carlos.
-Venga Óscar, concéntrate en el plan.
-Está bien.
-Debemos subir por aquí cuando ellos se distraigan, hay
empezará la acción de verdad.
Las palabras de Sandra parecían firmes y seguras, estoy
seguro que de ella sabe lo que hace.
CRIS:
Me despedí de Oscar y me obligué a que el plan ocupara todos
mis pensamientos. Divisé a lo lejos la casa de nuestra salvación, que de día
parecía completamente negra, pero estaba segura que de que su color era rojo o
rosa oscuro. Miré a Carlos y le vi completamente nervioso, estaba muerto de
miedo y yo no sabía qué hacer para que parase de temblar.
-Tranquilo…
Mi susurró me recordó a los conejos que maté, y con ello a
Álvaro.
-¿Es esa la casa?
-Sí, tendremos que dar la carrera del siglo.
Carlos sonrió y yo encontré una forma de que se olvidase de
todo esto, haciéndole reír.
-A la de tres… -Dije mientras sacábamos nuestras armas y
atábamos bien nuestros zapatos.
-Recuerda que tienen que vernos bien.
Yo asentí y empezamos a contar los dos a la vez.
-Una… Dos…. ¡¡Tres!!
ÓSCAR:
Esa era la señal, Carlos y Cristina habían conseguido que
los profesionales se volvieran locos. Sonreí al pensar en sus caras, al ver que
dos tributos habían salido corriendo hacia ellos y luego les habían burlado.
Ahora mismo Carlos y Cristina estarían corriendo calle arriba con una manada de
profesionales enfurecidos.
-Nos toca.
Salimos corriendo sin hacer ruido, escondidos detrás de cada
árbol, piedra o pared. Como supusimos, Néstor se había quedado a vigilar.
Lorena emitió un pequeño sonido de rabia cuando vio que Néstor se acercaba a
Paula. Corrimos todo lo que pudimos y conseguimos subir a los tres árboles que
rodeaban la cornucopia, aquí empezaba el peligro.
CRIS:
Corríamos todo lo que podíamos, pero a pesar de eso todo se
complicaba. Veía el miedo en los ojos de Carlos y los míos reflejados solo
expresaban tristeza.
-Ahora…
Oí el susurro de Carlos y nada más asentir, subimos una
pequeña calle que llegaba a la iglesia. Saltamos el muro y trepamos por las
pareces hasta llegar al tejado. A partir de ahora solo nos quedaba observar,
pero yo sabía que en cuanto las cosas se pusiesen mal… yo moriría.
ÓSCAR:
Sandra fue la primera en empezar, se agarró fuertemente a su
árbol y empezó a remover rápidamente una rama. Todo su árbol empezó a
sacudirse. Tardé en reaccionar pero lo hice justamente cuando Néstor dirigió su
mirada hacia el árbol. Yo estaba justo en el árbol de en medio y justo cuando
Lorena movió su árbol y Néstor dirigió su mirada hacia allí, pensé que era mi
turno. Casi se me escapaba la risa cuando vi el horrible miedo que sentía
Néstor, pero debí contenerme o podría caer del árbol.
-¿Quiénes sois?
Nadie contestó.
CRIS:
-¿Dónde se han metido?
-No lo sé…
-¿Cómo no puedes saberlo? ¡Tú dijiste que les tenías
vigilados!
Parecían furiosos y nos buscaban desesperados. Estaban a
punto de irse y volver a la plaza, pero no lo podía consentir, todavía no.
Sabía que los demás todavía no habían rescatado a Paula, por lo que los tenía
que entretener. Cogí unas cuantas piedras de pequeño tamaño y me atreví a asomarme.
Divisé la puerta de la iglesia, perfecto.
Lancé la piedra y conseguí que Fénix y Laura volviesen
corriendo. Otra piedra más cayó sobre una chapa de madera. Fer, Marco y Marcos
llegaron a toda prisa, habían oído los ruidos desde la otra calle.
-¿Dónde se han metido?
-Están aquí, eso seguro…
-¡Tapar todas las salidas! –La voz de Fénix hizo que un
escalofrío me recorriera todo el cuerpo. Y cuando oí a todos los demás moverse
rápidamente... sabía que estábamos encerrados.
-Sigue tirando piedras… -El susurro de Calos me pegó un
susto, pero su voz era tan baja que casi no le había oído ni yo.
Cada diez segundos, una piedra caía en un sitio distinto al
anterior. Primero Carlos, y luego yo. Poco a poco notábamos como los
profesionales se volvían locos, incluso Laura acabó un poco herida por habernos
perdido la pista.
OSCAR:
Era imposible contener la risa por más tiempo, pero unos
chillidos hicieron que se me pasasen todas las ganas de reír. Sentía a lo mutos
acercarse… pero parecían interesados en alguien que se encontraba en la
iglesia. Tenía miedo por Cristina y Carlos, pero sabía que los golpes que
sonaban, eran ellos. Gracias a los ruidos extraños que hacíamos y a los ruidos
de la iglesia, la paciencia de Néstor se acabó. Se acercó a un árbol, el que
más cercano le pillaba, el mío. Hice una señal a ambos lados, tanto Lorena como
Sandra asintieron.
Los árboles dejaron de moverse y Sandra saltó de su árbol, cayendo
perfectamente en el suelo. Cuando la atención de Néstor se centró en ella,
Lorena bajó de su árbol. Y cuando Lorena ya se estaba lanzando a por él, salté
yo y corrí hacia ella.
-¿Tranquilízate vale? –Ella no parecía muy de acuerdo con
migo.
-Lorena, ahora estamos juntos en esto.
Las palabras de Sandra valieron para hacer que Lorena
asintiera y los tres empezamos a acercarnos a Néstor.
-¿Qué pretendías hacer con ella? –La voz de Sandra le
asustó, pero nosotros tres ya nos encontrábamos andando lentamente hacia él,
cada vez más cerca mientras él retrocedía.
-Supongo que pensabas que ellos se aliarían contigo…
-Por la simple razón de tenerla de rehén.
Sandra y yo nos turnábamos para acusarle de cosas, que eran
ciertas.
-Siento decirte, que todo te ha salido mal. –Lorena le miraba
con odio y desprecio.
CRIS:
Podíamos oír las palabras de Oscar, Sandra y Lorena. Nuestro
escondite era perfecto y nos permitía ver sin ser vistos. Pero cuando pensábamos
que todo iba bien… Fer tuvo que estropearlo todo.
-Hay que encontrarlos, y matar a Carlos. Con la otra podéis
hacer lo que queráis, pero Carlos es mío ¡¿entendido?!
Carlos sufrió un
escalofrío y yo le miré. Ahora debíamos estar callados, era lo mejor.
-¡¿Ahora paráis de hacer ruido no Carlos?!
Podía sentir la rabia y sed de venganza que sentía Fer, pero
no podía recordar por qué quería matar a Carlos.
-Fue por lo de su hermana, Marta.
Y entonces me acordé, en el baño de sangre. Marta se lanzó
contra él y solo pudo defenderse con una espada, Marta murió en el instante en
que Fer corría hacia ella.
-Lo siento mucho.
OSCAR:
Lorena se lanzó a por él y Sandra y yo nos miramos, con una
sola mirada sabíamos lo que teníamos que hacer. Sandra ayudó a Lorena y yo me
dirigí hacia Paula. Estaba encadenada a una columna que sujetaba un edificio.
Tenía sangre en las muñecas por el roce de las cuerdas, y podía ver como se
había llevado un fuerte golpe en la cabeza.
-¡No me mates por favor…!
-No te voy a matar. –Ella me miró incrédula. –Ahora somos
aliados.
Ella sonrió y yo le devolví la sonrisa. Se oyó un sonido
extraño, y solo pude girarme y contemplar con horror como salía estampada
contra el suelo.
CRIS:
Mis palabras rompieron el silencio. Me acerqué a Carlos y le
conté mi plan.
-Huye con ellos y ayúdales. Puedes bajar por la parte de
delante de la casa, y huir por el jardín.
Carlos me miró extrañado, pero yo le asentí rápidamente y le
día mi mochila. Con eso le indiqué que seguramente no le volvería a ver.
-Dile a Oscar que nunca me olvidaré de él…
La voz se me quebró, pero empujé un poco a Carlos para que
se diera prisa.
-¿Y por qué lo sientes? –Fer había bajado el tono de voz, y
al ver su cara vi la incredulidad que sentía.
-Por tú hermana.
Me levanté del tejado y la luz de una farola hizo que me
pudieran ver completamente. Tenía un cuchillo en cada mano y el corte en el
cuello que me había hecho Álvaro. Sonreí al ver el susto que les había pegado.
-¡Tú no tienes que sentir nada por…!
-Yo también estuve a punto de perder a mi prima, no tienes
nada más que decir.
Oí un enorme grito, era una chica la que gritaba. Pero tuve
miedo de que Oscar estuviera en peligro. Solo se me ocurrió una cosa, aun que
implicara abandonar mi plan de morir en manos de los profesionales.
-Espero veros otro día. –Le guiñé un ojo a Fer, para
burlarme de ellos y salté a la parte delantera de la casa.
OSCAR:
Lorena estaba en el suelo, con la pierna y el brazo derecho
totalmente lleno de sangre. Miré hacia Sandra y luego a Néstor. Estaba con su
espada en la mano izquierda y sin mano en la derecha. Era horrible y toda la
plaza se había vuelto roja oscura, color sangre.
-¿Qué ha pasado? –Cristina entró en la plaza cogiendo aire,
y puso una mueca terrible al ver todo aquello.
Todos nos quedamos contemplando como Lorena se levantaba del
suelo, Paula se acercaba a ella y la intentaba calmar.
-Paula… Intenta ganar, sé que puedes. Ahora ellos son tus
aliados…
Parecía que se iba a morir, todo apuntaba a eso, pero no había
perdido mucha sangre y se levantó del suelo. Se acercó despacio al suelo y…
CRIS:
Aparté la miraba sin poder mirar. Se oyó el hueco sonido del
cuerpo de Néstor contra el suelo.
*Cañonazo*
Se formó el silencio, pero no duró mucho.
-¡¡Allí están!! –La voz chillona de Laura nos había
encontrado.
-¿Has visto? ¡Te dije que estaba viva! -Fer empezó a correr hacia mí, ¿por qué me quería atrapar a mí?
Sabía que nos habían por lo qué todos nos pusimos de
acuerdo y Sandra cogió a Lorena, Carlos la ayudó y Oscar se acercó a Paula para
ayudarla a caminar. Salieron corriendo mientras que yo me quedé parada.
-¡Vamos Cristina! ¿A qué esperas?
Mi giré hacia el frontón derrumbado, y pude ver como los
pelos rizados de Ángela salían de entre los escombros. Había estado escondida
en el árbol derrumbado.
Vi a los profesionales acercarse a la plaza y salí
corriendo.
OSCAR:
¿Dónde estaba Cristina? Seguro que seguía en la plaza, pero
no entendía por qué. Entonces la vi acercándose a nosotros y nos metió prisa.
Cogió a Paula del brazo y yo ayudé a Carlos y a Sandra a llevar a Lorena.
Debíamos encontrar un sitio en el que poder escondernos… Al menos hasta que
llegue la batalla final…