jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 9 -Tengo frío... -


 
OSCAR:
Se ha hecho de día y no podemos hacer otra cosa que no sea estar en todo momento alerta. Cuando he abierto los ojos he visto como todo a mí alrededor se había congelado. El suelo resbalaba y los árboles se encontraban como estructuras de cristal. Todo era precioso pero también tenía un aspecto siniestro y mortífero.

-Estos juegos están durando demasiado. –Susurra Cristina.

-¿Y por eso quieren que muramos congelados? –El silencio que formamos es la respuesta a la pregunta de Carlos.

Caminamos en dirección a ninguna parte, con la esperanza de encontrar un sitio en el que el frío no pueda entrar, o cualquier sitio desde donde el fuego no se pudiera ver. Tenía los dedos congelados y los guantes de algodón tampoco hacían nada por mí. Todos nos intentábamos calentar las manos, pero yo sabía que todo sería inútil. Necesitábamos fuego, y lo necesitábamos ya.

-¿Qué es eso?

No sé quien formuló la pregunta, pero pude oírla y alzar la mirada hacia el pueblo, donde una gran columna de humo se alzaba grandiosa y prometiendo el calor que nos merecíamos. Sabíamos que sería peligroso, pero nuestro cuerpo lo pedía a gritos. Empezamos a andar hasta que alguien, que iba el primero, se paró de golpe haciendo que todos nos chocásemos con ella.

-No debemos ir allí.

Era la voz de Cristina, pero se había vuelto gélida como sus manos. Giró de golpe y vi como llevaba el pelo lleno de nieve y las pestañas completamente blancas.

CRIS:

Sabía lo que hacía, estaba segurísima de que era una trampa. Pero cuando todos empezaron a andar yo tampoco pude resistirme, y me vi atraída hacia ese foco de calor. Así que solo hubo una cosa que me hizo salir del sueño, los copos de nieve. Ellos me recordaron a María, odiaba el verano porque el fuego era su peor enemigo. En cuanto un pequeño copo de nieve pasó delante de mi sentí como si María fuese esa pequeña gota de agua congelada, y ella me rogaba que parase.

Paré de golpe, sin más. Los demás chocaron conmigo y pude ver como se encontraban confusos.

-No debemos ir allí.

-¿No debemos o no quieres que vayamos? –La pregunta de Sandra no me pillo desprevenida, había observado su rabia al pararla en seco.

-No podemos… -Mi voz sonó como un susurro lo que hizo que se cabreara más.

-¡Contesta!

-¡¡No podemos ir!! ¡¿Acaso no te das cuenta de que es demasiado fácil?! –Grité con todas mis fuerzas, y por un momento tuve miedo de que nos escucharan. – ¿Acaso crees que el Ocentolio es así de generoso?

-¿Y tú no te das cuenta de que nos estamos muriendo?

Mire a Sandra y a Carlos, para luego pasar mi mirada por Óscar. Estaban pálidos como fantasmas y todos los demás miedos se fueron, y otro ocupó su lugar. Tenía miedo de perderlos…

-Lo siento… -Lágrimas salieron de mis ojos pero no llegaban a llegar al suelo, acababan congeladas. Sentía a María a mi lado, pero a la vez a muchísimos kilómetros de allí. –No dejaré que muráis.

Pensé durante un rato, mientras todos me miraban. Me sentía incómoda con todas sus miradas pegadas a mí por lo que les pedí alejarme un poco de allí, y ellos accedieron.

Me alejé demasiado, intentaba seguir a María pero lo que no sabía era que empecé a entrar en calor de repente. Olía a quemado, pero no se veía nada de humo. Vi a Paula y a Lorena huir, resbalaban constantemente pero ellas no paraban. ¿No será otro muto no? Pero se trataba de Néstor, que las perseguía con su arma apuntándolas. Ellas escaparon de una pequeña cueva en la que pude ver un pequeño fuego, y Néstor dio patadas en el suelo tapando un poco la hoguera.

-¡Mierda!

Se le veía frustrado pero aun así salió de allí y yo aparecí de detrás de una roca. Sombra iba conmigo y miró el fuego apenada. Rápidamente cogí un palo y avivé el fuego. Cogí hojas secas y cualquier cosa para que no muriera mi última esperanza.

Dos minutos después, y todo estaba perfectamente. Salí corriendo y arrastré a Oscar hacia la cueva, mientras que Sandra y Carlos nos perseguían.

-¡Increíble! –Exclamó Carlos.

-¿Cómo lo has conseguido? –Sandra se calentaba rápidamente cerca del fuego.
-Luego os cuento…
Me encontraba cansada, agotada y hundida. Apoyé mi cabeza en Óscar, y las palabras salieron frágiles de mi boca:

-Tengo frío… Mucho frío. -Mis ojos se cerraron.

2 comentarios:

  1. Goooooood!!
    Que no le haya pasado nada por favor, por favor, por favor :s. ¡QUÉ SE NOS VA!
    El capítulo genial, pero se me ha hecho muy corto!
    Un beso ;)
    PD: Criskti, gracias otra vez en la publicidad en el otro blog :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas graciass!! Y no te preocupes, que no le pasará nada :)
      Sip, es un poco corto pero eso es culpa mía xD
      Besoss
      PD:De nada Dillaardi!! En cuanto pueda participo yo!!

      Eliminar