domingo, 4 de noviembre de 2012

Capítulo 7 -Alicortes



ÓSCAR:
Cuando llegamos al río descubrimos que nuestra nueva aliada ya está allí. Había cambiado sus ropas rotas por unas nuevas.
-¿De dónde las has sacado? –Pregunta Carlos mirándola de arriba abajo.
-Mirad vuestras mochilas, creo que os llevaréis una sorpresa.
Sandra nos metió prisa para abrir las mochilas y descubrimos que todo lo que contenían era ropa nueva. Nos quedamos contemplándola y vimos que era mucho más abrigada e impermeable que la otra.
Nos quedamos sin comida el día anterior y tuvimos que ponernos en marcha hacia el molino.
-¿Seguro qué serás capaz de matar a los zorros? –Me pregunta Cristina riéndose.
-Si...
Hicimos el resto de camino en silencio y Sandra iba siguiéndonos de cerca, pero no se acercaba nada a nosotros. Cristina y Carlos iban todo el camino empujándose y estuvieron a punto de caerse en varias ocasiones, incluso Carlos ya pisó un charco.
Llegamos al molino y vimos a los tres zorros jugando, eran un poco mas grandes que la ultima vez.

CRIS:
Asombrosamente el ratón seguía vivo, y mi gata solo le había echo un par de arañazos.
Cuando vimos a los zorros Sombra se lanzó a por uno y lo atrapó entre sus garras, yo me acerqué y la ayudé a matarlo. Carlos cogió al segundo zorro de las patas traseras y Sandra le dio un golpe en el cuello. Oscar pego un salto y atrapó al tercer zorro entre sus brazos. No pudo hacer otra cosa que acordarse de su hermana.
Estábamos hambrientos pero teníamos que dejar algo para la cena. Nos comimos el que Sandra mató y cargué con el otro.
Íbamos de vuelta al río, Óscar cantando con el pequeño zorro entre sus brazos. Cuando oímos unas voces, parecía que los profesionales estaban buscando algún tributo despistado, pero se encontraron cara a cara con dos chicas y dos chicos cargados de armas, además, íbamos seguidos por el zorro.
No queríamos meternos en problemas así que echamos a correr hacia el norte todo lo que pudimos. Creo que los profesionales ya venían de cacería y estaban cansados, así que tuvimos mucha ventaja y llegamos a la puerta del cementerio del pueblo.
Ya se hacía de noche y Carlos no paraba de temblar.
-Por favor… vámonos… -Rogaba Carlos.
-No, aquí no vendrán. –La voz de Sandra nos sorprendió a todos.
-Nadie en su sano juicio vendría aquí de noche. –Indicó Óscar.
-¡¿Entonces que hacemos aquí?!
-¡Cállate Carlos! Nos quedaremos aquí toda la noche y por la mañana veremos que hacer. –Me ponía enferma que Carlos fuera tan cobarde, estábamos en una arena en la que seguramente moriríamos, y él tenía miedo de pasar una sola noche en un cementerio.




ÓSCAR:
Mientras Carlos y Sandra preparaban un sitio donde dormir y Cristina cerraba las puertas para que Carlos no escapase, yo exploraba una iglesia derruida, el zorro me seguía oliendo e investigando lo que veía. No encontramos nada sospechoso.
Nos reunimos todos en las camas de ramas y hojas, encendimos una pequeña hoguera antes de que se hiciera de noche. Nos calentamos las manos y Cristina sacó el zorro y lo atravesó con un palo para ponerlo en el fuego. Sombra y mi zorro, Jackie, estaban contemplando la comida dar vueltas.
El zorro estaba buenísimo o es que teníamos mucha hambre.
Nos tumbamos en las camas, el fuego se apagó de golpe, sonó el himno. Esta noche no había muerto nadie. El fuego se encendió solo y continuamos hablando.
-¿No os parece extraño que aquí los animales crezcan tan deprisa?
Todos miramos a Sombra y a Jackie y vimos que Sandra tenía razón. Cuando vimos al zorro y a la gata por primera vez eran unos cachorros, y ahora se habían convertido en casi unos adultos.
Nos entro el sueño y se nos cerraban los parpados solos. Lo único que recordamos es a Jackie y a Sombra comiéndose al ratón, no les hemos dado nada de nuestra comida.

CRIS:
A mitad de la noche nos despertó la puerta del cementerio moviéndose. Miramos hacia ella y descubrimos a la chica del 8, Ángela, moviendo rápidamente la puerta e intentando romperla, le gritaba ansiosamente que se habriera. Pero nosotros la cerramos antes de acostarnos.
-¿Qué es lo que pasa? –Preguntó Óscar, que todavía estaba dormido.
-Esa chica esta intentando huir. –Dice Sandra.
Carlos no creo que haya dormido nada en toda la noche y en cuanto oyó los golpes se levantó rápidamente. Ángela no para de gritar y mira para atrás cada dos por tres.
Se gira y dice:
-¡¡Abrir la puerta o todos moriremos!! –Ángela había alcanzado la histeria.
Pega un grito mayor a los otros, y todos miramos a donde ella mira. Pegamos un chillido ahogador. Eran murciélagos, por lo que puede observar.
Oscar y yo nunca habíamos visto nada igual, pues en nuestro ocendistric siempre había electricidad y luz. Por lo tanto no se acercaban nunca por allí.
Sandra los diferenció y gritó su nombre.
-¡Son mutos, se llama Alicortes! Con solo rozarte con las alas te cortarán.
Nos levantamos y salimos corriendo hacia la puerta. Cada corte que me dan los Alicortes es una raja dolorosa, llena de sangre y es un escozor insoportable.
Carlos tira su lanza dando en el candado, la cadena cae y todos salimos corriendo. Observo como Ángela desaparece entre los árboles y nosotros corremos cuesta abajo. Cojo a Sombra y bajo corriendo con Oscar y Jackie.

ÓSCAR:
Tenemos cortes en los brazos y la cara, pero por lo demás nada grave. Jackie salió corriendo hacia el bosque y Sombra se fue a la calle donde estaban los otros gatos. No creo que regresen pero Cristina se empeña en pensar que volverán.
Llegamos de nuevo al río, y vemos que no tenemos la ropa muy rota, además tenemos guardados los abrigos en las mochilas porque hacía mucho calor para llevarlas puestas. La ropa es un misterio para nosotros, no entendemos por qué el Ocentolio nos ha dado ropa de invierno. Cada uno se mete en su cama de juncos y rezamos para que podamos terminar la noche en paz.

2 comentarios:

  1. Bueno, yo tenía un laaaargo comentario escrito, pero por misterios de blogger ha decidido borrarse.
    En fin: que me encanta el capítulo, y que lo de los alicortes me parece unos mutos muy originales ^^.
    PD: ¿Podéis crear una página con el recuento de muertes y alianzas, o algo por el estilo? Es que me pierdo un poco...
    ¡Un beso!

    ResponderEliminar