OSCAR:
Dejo la cabeza de Cristina apoyada en el suelo ya que no
puedo darla ningún jersey porque están todos puestos en nuestros cuerpos. Durante unos minutos pensé que había muerto y me asusté, estuve moviéndola durante unos segundos, pero luego pude ver como respiraba lentamente. Salgo a por leña para el fuego. Toda la leña está húmeda y no creo
que arda con este frío que hace.
-¿Que haces?
Suena una voz conocida detrás de mí. Me doy la vuelta y
están Aitana y Álvaro Acercándose hacia mí sin ningún arma en sus manos. Saco
las mías por si acaso y las dejo entre mis dedos. Desde que nos abandonó no
confío en ella. Estos juegos llevan demasiado tiempo y el Ocentolio tiene que
estar aburrido ya que no ha muerto nadie desde el día del acido. No llevo los
días contados pero se que ha paso demasiado tiempo. Me he distrito y me
encuentro con Aitana y Álvaro a mí alrededor. Sacan sus armas de debajo de sus
chaquetas y lanzo el cuchillo atravesando el brazo de Aitana. Se tira al suelo
y pega unos fuertes chillidos que se escuchan por todas partes. Aparecen
Cristina, Carlos y Sandra corriendo hacia mí.
CRIS:
Me despierto escuchando un fuerte sonido que penetra en mis
oídos. Sandra y Carlos están alerta y cuando ven que me despierto salen
corriendo. Les sigo hasta que los alcanzo. Nos paramos en seco cuando vemos a
Aitana gritando han el suelo y a Oscar y a Álvaro tirados en el suelo rodando
montaña abajo. Seguimos corriendo y yo y Carlos fuimos hacia Álvaro y Sandra
fue hacia Aitana. Me abalanzo contra Oscar y lo aparto de Álvaro. Miro hacia Sandra
y veo como agarra el mango del cuchillo y tira de el para sacar el brazo. Aitana
se levanta y le pega una pata a Sandra en la tripa. Coge el cuchillo y se lo
clava en la cara a Sandra.
Pego un chillido y saco el cuchillo del cinturón y lo tiro
hacia Aitana. El cuchillo cae un metro más a delante y ella corre hacia mí. Me
aparto y se choca con Álvaro cayendo al suelo abrazados. Se miran y se ponen a
correr camino abajo. Oscar se levanta del suelo y me mira.
-¿Cómo os habéis enterado? Si estaba a cien metros de la
cueva –dice Oscar.
-Los gritos de Aitana se escuchaban hasta en mi ocendistric
–dice Carlos.
-¿y Sandra?-dice Oscar.
Les miro y salgo corriendo hacia donde la mató Aitana. Ellos
me siguen a toda prisa. Llegamos y… Aitana le había clavado el cuchillo en la
camiseta atravesando el suelo para que no se moviera. Se lo quito y cogemos la
leña que Oscar había tirado.
OSCAR:
Volvemos a la cueva y el fuego estaba casi apagado. Se
escucha un ritmito silencioso que se acerca hacia nosotros. Salimos pensando
que era un mensaje pero era mucho mejor. ¡Era un paracaídas! Ya era hora de que
nuestros patrocinadores nos mandaran algo! Era un paracaídas demasiado grande,
como un metro. Lo cogemos. Pesa demasiado y por eso pienso que es un banquete
de comida. Pero no, son troncos de leña que están totalmente secos para que
cuando los pongas al fuego ardan de inmediato. Cristina saca tres anchos y
gordos troncos que después coloca en el fuego. Después de cinco minutos el
fuego es grande y no desprende humo. La cueva empieza a coger calor y nosotros
ya nos hemos quitado la primera prenda. El frío esta desapareciendo poco a poco
y el calor va entrando en nuestro cuerpo.
-Mirad –dice la voz de Sandra.
Todos sacamos la cabeza fuera de la cueva y vimos que el
hielo se estaba derritiendo. La capa de nieve de medio metro ahora es de
treinta centímetros, y las estalactitas que colgaban de la cueva y de los
árboles eran ya muy pequeñas. Volvimos a entrar y nos pusimos otra vez
alrededor del fuego. Jackie y Sombra están tumbados juntos hechos una bolita al
lado del fuego. No tenemos nada de comer y nos quedamos dormidos.
CRIS:
Despierto con los ojos llenos de legañas. El fuego está casi
apagado y mi estomago está muerto. Me asomo al aire libre y la nieve y el hielo
han desparecido. En unas zarzas puedo identificar un precioso conejo que va
desaparecer en nuestros jugos gástricos. Saco el cuchillo de mi pantalón y lo
lanzo contra el. ¡Toma, en toda la cabeza! Lo cojo y lo llevo a la cueva.
Carlos también se ha despertado y Sandra está en ello. Oscar está dormido, y
como lo conozco se que va ha haber que despertarlo.
Pongo el conejo en el fuego y Sandra y Carlos me ayudan ha
hacerlo. Saco unos palos mas para que el fuego no se apague.
-Me pido una rica pata trasera- Les digo.
La nieve se ha derretido pero las nubes siguen amenazadoras
en el cielo. No sabemos lo que nos espera. Se que una terrible amenaza va ha
hacernos el Ocentolio. Nos pondrán bombas por toda la arena o lloverá espuma
para que nos ahoguemos, o cualquier otra cosa cruel que se les ocurra.
Ya esta echo el conejo así que tendré que despertar a Oscar.
Me acerco a el y le muevo un poquito. El se levanta y me mira fijamente a los
ojos. Le miro la mano que la tiene en puño. No se si me va a pegar pero confío
en que no. Se me tira sobre mi y me abraza con fuerza.
-He soñado que un vendaval te llevaba con el desintegrándote
en el aire –me dice.
-¿y no te has movido, ni has dicho nada en sueños? -digo
sigilosa –es extraño en ti que no haya pasado nada de eso, siempre te mueves o
gritas.
Las nubes cada vez nos amenazan más. Los truenos suenan y
los relámpagos son muy grandes.
OSCAR:
Después de contarle a Cristina mi sueño me levanta y me abre
la mano. Siento como los músculos se relajan y me dan un respiro. Me sienta en
una piedra y me da la pata de conejo que ella tanto deseaba comerse. La miro
coger un cacho de pechuga que le quito de la mano.
-¿no pensabas que me ibas a dar tu parte favorita no? Te
conozco y aunque también me gusta mucho se que quieres comerte este muslo. Toma…
Me meto el cacho de pechuga en la boca y mastico con ganas.
Nos acabamos el conejo enseguida.
Jackie y Sombra salen corriendo y desaparecen mientras
gritamos sus nombres. Empieza a llover con fuerza y el aire trae ramas que nos
dan en la cara. Sandra, Carlos, Cristina y yo cogemos nuestras pertenencias y
nos acurrucamos en la pared. ¡Es un vendaval! Es lo que he soñado. Me agarro
con fuerza a Cristina y ella ami. Carlos y Sandra están delante de nosotros
haciendo fuerza hacia la pared, los agarramos de la camiseta y pasamos las
piernas entre ellos para que no se vallan volando. Los ojos se me cierran y mis
piernas sueltan a Sandra.
Me despierto tirado en el suelo de la cueva. Levanto la
cabeza y veo a Cristina y a Carlos en la pared y a Sandra tirada en la salida.
El vendaval a pasado. Me levanto y despierto a Sandra, cuando abre los ojos
salgo corriendo y despierto a Cristina y a Carlos. Están bien los tres. Me
siento en el suelo. Ellos se reúnen conmigo y nos sentamos donde debería haber
un fuego. El paracaídas ha desaparecido y los árboles están rotos y tirados en
el suelo. Escuchamos unas pisadas que se acercan corriendo.
Es Lorena que viene con la ropa sucia y rota. Nos dice:
-Ayuda por favor Ayuda.
Cae al suelo desmallada.
¡Dios mío, que final!
ResponderEliminarPero tengo una duda: ¿a Sandra no la había matado Aitana? Es que no sé si lo he entendido muy bien...
¡Un beso!
No, Eso es lo que parece. la clava el cuchillo en la camiseta y la deja clavada en el suelo.
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