martes, 30 de octubre de 2012

Capítulo 5 -Sombra-

CRIS:
Me sentía perdida. Había perdido a mi amigo, el camino en dirección al río e incluso unos cuantos kilos, desde que estaba aquí todo eran pérdidas.
Caminaba constantemente alrededor del mismo árbol, mientras roía una manzana y miraba hacia todos lados. Solo me queda una manzana... -Pensé.
Moví la cabeza de un lado a otro, estaba desesperada. Llevaba el pelo atado en dos coletas y ví como uno de los lados se soltó de golpe. Busqué la goma por todas partes pero la encontré tirada en el suelo, estaba rota. La tiré al suelo de nuevo, con rabia y frustación, y me até el pelo en una única coleta con la goma que me quedaba.
Era incapaz de estarme quieta en el mismo sitio, por lo que empecé a andar con un cuchillo en la mano y otros tantos en todos los sitios posibles de mis pantalones. Sin darme cuenta llegué al pueblo y me encontré ante una iglesia que me hizo levantar la mirada.
Dentro, el silencio era absoluto y solo se veían unos bancos de madera y alguna que otra cosa. Mientras he entrado he contenido la respiración y ahora mis pulmones piden aire. Salgo corriendo, no me gustan las iglesias, y me encuentro con un gato negro y pequeño, de ojos azules que me mira con gran curiosidad. Doy un paso hacia delante, intentando espantarlo, pero el gato ni se inmuta y ni siquiera se digna a parpadear.
Paso del gato y empiezo a andar hacia una calle que me resulta un tanto familiar. Todo al rededor se llena de gatos y veo como el gato negro me sigue de cerca, soltando pequeños bufidos a todo el que se quiere acercar. Es una sensación extraña, pero me siento segura teniendo aquella pequeña sombra detrás de mí. El hambre que tengo hace que me adentre en una calle que contiene un montón de uvas, pero unos ruidos hacen que retroceda y me quede escuchando.
-¿Tienes hambre? -Se trataba de una voz femenina que parecía tremendamente aburrida.
-Si, pero no nos queda nada. -Esa voz la reconocí en un segundo, y una gran tristeza se instaló en mí.
-Cómete las bayas esas si quieres, todavía no me ha dado tiempo a comermelas.
-¿Estas segura de que no son venenosas?
-Sí, la chica esa con la que estuve aliada se comió unas cuantas.
-Vale...
Era increíble, ¡eran ellos dos! y la estúpida esa intentaba matarle. Por el tono de voz de él parecía casi inconsciente. Entonces miré que el gatito de color negro estaba entre mis piernas y contemplaba la imagen de esos dos.

ÓSCAR:
No la encontraba. Ni en el río, ni en el molino. ¡No estaba! Me encontraba con las esperanzas de  anoche en un puño y solo podía aferrarme fuerte para no desistir. Por suerte no se había oído ningún cañonazo y eso me daba algo de fuerzas para seguir con mi búsqueda.
Estaba sediento y recuedo que Cristina se quedó con la botella de agua grande, había acabado toda mi fuente de agua y decidí sentarme a la sombra de un árbol. Tenía la lengua totalmente seca y no conseguía encontrar ninguna fruta que me pudiese hidratar.
Entonces, una pequeña cantimplora plateada llegó hasta mis pies. Me puse en pie de inmediato.
-¿Quién eres?
Me acerqué al lugar de donde provenía la botella y descubrí a un chico con una espada escondido entre un arbusto.
-Alguien que tiene agua.
Por como sujetaba la espada habría jurado que era un profesional, pero se trataba de Carlos, del Ocendistric 6.
-¿Nos aliamos? -Su pregunta me hizo dudar, pero parecía alguien fuerte, y me ayudaría a buscar a Cris.
-Vale.
Volví sobre mis pasos y cuando fui a coger la botella de agua encontré una goma del pelo completamente rota. La posibilidad de que fuera de Cris era muy remota, pero por provar no perdía nada.
-Tenemos que encontrar a mi compañera.
Vi como Carlos miraba la goma y asentía.

CRIS:
Pensé rápido, cojí una piedra y la arrojé al otro lado de la calle. Me escondí rápidamente y ví como Aitana salía con sus dagas en la mano. Se alejó dejando a Álvaro a manos del destino. Estaba segura de que estaba muy malo y que se comería las bayas sin dudarlo. En cuanto Aitana se alejó lo suficiente me acerqué corriendo a Álvaro y le tiré las bayas de la mano.
-Te dije que no comieras esas bayas.
Álvaro me mira y veo como intenta coger sus armas, pero no tiene fuerzas. Saqué de mi mochila un poco de agua y se la dí, quedándome con la botella vacía. También le dí mi última manzana.
-Escúchame, Aitana te intentará matar ¿vale? -Él se limita a asentir. -Debes mantenerte alerta y hacerle ver que eres fuerte, entonces ella te verá como algo de utilidad.
Solo vi como Álvaro asentía y volvía a sonreír con picardía, ahora se encontraba mejor.
-Cristina... ¡Cristina! -Miro detrás de mí y descubro a Óscar. -Vámonos antes de que vuelva Aitana.
Óscar me sacó del callejón y junto con Carlos nos alejamos de aquel lugar, acompañados de mi querido gato de color negro, Sombra.

2 comentarios:

  1. ¡Se reencuentran! Ooooins :3.
    El capítulo muy bueno, aunque vuelvo a deciros (soy pesada como yo sola, lo sé; pero os aseguro que es con todo el cariño del mundo :)), que reviséis los tiempos, porque pasáis de narrar en pasado a presente y viceversa sin (supongo) querer.
    Aún así, de verdad que está genial :D. ¡A cada capítulo se dobla la tensión!

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